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EFE Nadadores durante el II Festival de Natación de Invierno de Argentina en el
Lago Argentino, Patagonia (Argentina). Ni la nieve ni el frío lograron
desanimar a decenas de nadadores de veinte países
El Calafate
(Argentina) Ni la nieve ni el frío
lograron desanimar a decenas de nadadores de veinte países que se lanzaron a
las frías aguas del Lago Argentino, en la Patagonia, para sumarse al desafío de
competir a los pies del glaciar Perito Moreno.
Tras
una intensa nevada que dificultó el acceso al lago, con una temperatura
ambiente de cero grados, una lluvia intermitente de aguanieve y con el agua a
sólo 2 grados, sesenta nadadores, de edades comprendidas entre los 21 y los 65
años, se zambulleron sin la protección de trajes de neopreno, para participar
en el II Festival de Natación de Invierno de Argentina.
Llegados
de Rusia, Estados Unidos, República Checa, Gran Bretaña, Finlandia, Bélgica,
Alemania, Dinamarca, Austria, Panamá, Brasil y Chile, entre otros países, la
mayoría de los participantes probaron hoy por primera vez las aguas de la
Patagonia argentina.
Bajo la
vigilancia de lanchas de la prefectura de la ciudad de El Calafate, la más
próxima al glaciar, los deportistas comenzaron la competencia en una piscina
flotante, la primera del país en su tipo, con carreras de entre 25 y 100 metros
para calentar motores, frente a la cara norte del Perito Moreno.
Los más
veteranos en el nado en aguas frías, especialmente los participantes
procedentes de países nórdicos, se aventuraron luego a competir en 500 metros
en aguas abiertas, convencidos de que lo más importante es participar y lo de
menos es quien gana la carrera.
Muchos
llevan años nadando en condiciones extremas y no temen un percance por las
bajas temperaturas, aunque recomiendan entrenamiento y una aclimatación previa.
Es el
caso del argentino Matías Ola, impulsor de la iniciativa, que comenzó a nadar
en aguas frías hace nueve años en un intento de superar sus problemas de asma y
volcarse en el deporte.
Ola,
originario de Tucumán, está convencido de que lo fundamental para zambullirse
es tener ganas y voluntad y defiende que "todo el mundo lo puede hacer,
sin importar la condición física ni la técnica de nado".
A sus
30 años, Matías Ola se ha convertido en el primer argentino en nadar en
condiciones extremas y ha lanzado el proyecto "Unir el mundo", que le
ha llevado a bracear en los cinco continentes.
Ahora,
considera que la experiencia del Lago Argentino constituye además una
extraordinaria oportunidad para dar a conocer la Patagonia como uno de los más
atractivos destinos de natación en aguas frías del mundo y un centro de turismo
de invierno.
"Cuando
uno va a comenzar la carrera y ve el glaciar, se le olvida que hace frío, que
el agua está a menos de cinco grados y que cae nieve. Esto te hace superar las
dificultades", explica a Efe.
"Una
pileta (piscina) flotante frente al glaciar es lo más lindo del mundo"
presume Ola.
Superado
el impacto del primer roce con el agua, que provoca más de un grito entre los
nadadores, para la mayoría la sensación ha sido "increíble", y muchos
quieren repetir en el próximo reto: la tercera edición del Festival, en 2016,
de nuevo en el Lago Argentino, que aspira a convocar a mil participantes de
todo el mundo.
"Es
muy impresionante, muy recomendable, hermoso, y una vez dentro, no sientes tanto
frío", asegura el argentino Juan Grisoni, que celebra haber vivido una
"experiencia única" en su primera carrera en aguas frías.
Una
impresión compartida por buena parte de sus compañeros en esta aventura que,
pese a las bajas temperaturas, están dispuestos a volver a probar.
Es el
caso de la lituana Evelina Gaizutyte, que apuesta por regresar para vivir de
nuevo "una fantástica experiencia".
"Es
maravilloso, no todo el mundo tiene la oportunidad de competir frente a un
glaciar", apunta el estonio Divar Rosenberg, que ha nadado en aguas
incluso más frías, pero "este agua es más limpia, más agradable",
dice.
Una vez
cumplido el desafío, nada mejor que una sauna, como las dos portátiles
instaladas frente al lago, para ayudar a los nadadores a recuperar el calor del
cuerpo, con la vista puesta en la impresionante pared de hielo del glaciar
Perito Moreno.
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