Pilar
Geijo es la número uno del mundo del ranking de aguas abiertas. A punto de
viajar a Canadá para competir en las aguas frías del país norteamericano, nos
recibió para contarnos cómo hizo para ganar seis veces consecutivas una
competencia que tiene 88 kilómetros de extensión y cómo es ser el mejor del
mundo en lo que uno hace todos los días.
Hay una
chica que aprendió a nadar a los seis años y a los ocho se consagró campeona
metropolitana. Hay una deportista que ganó seis veces consecutivas una carrera
que tiene 88 kilómetros de extensión y que desde 2009 se mantiene entre
las cinco mejores nadadoras de aguas abiertas del planeta Tierra. Hay una
persona que supo anotarse en la historia grande de la natación nacional al ser la
primera mujer en consagrarse campeona del mundo, logro que obtuvo en dos
oportunidades. Hay una mujer que sale de la pileta del Centro Nacional de Alto
Rendimiento Deportivo (CENARD) después de nadar los 8000 metros de los 16
kilómetros que le imprime cada día a su rutina y todavía tiene fuerzas
para sonreír con una honda sinceridad. Hay una nadadora llamada Pilar Geijo.
Una señora de las aguas que tuvo la amabilidad de recibir a elfederal.com.ar después
de una rutina de entrenamiento para contarnos cómo hizo para salir dos veces
campeona del mundo y para mantenerse, hasta el momento, al tope de las
posiciones del ranking internacional.
“Me
preparo muchas horas y quiero ganar porque soy muy competitiva. Pero sé que no
sólo el que obtiene el primer puesto es quien gana. Podés salir segundo y podés
haber ganado. Porque ganar es todo lo que está al alcance de uno el día de
la carrera. Y eso no quiere decir que quien gana es mejor que uno, sino que
hizo una mejor carrera ese día”, arranca Pilar, que tiene apenas media hora
para la charla. Debe ir a ver a su médico y eso la obliga a hablar de la misma
manera en la que nada; rápido.
En la
última de las 9 horas y 27 minutos que duró el último de los seis triunfos
que Pilar hilvanó en la Hernandarias-Paraná, se desató una lluvia torrencial.
Lo que a otro podría resultarle aterrador fue para ella liberador. “Es una
hermosa sensación de libertad nadar con lluvia”, dice. si, leyó bien estimado
lector: Pilar nadó casi 10 horas sin parar, el mismo tiempo que usted tarda en
viajar hasta su trabajo, completar sus ocho horas laborales y volver a casa.
Todo ese tiempo duró una competencia que ella ganó nada menos que seis
veces.
En la
campaña publicitaria de Gatorade, uno de sus sponsors, hay una frase suya: “Cuando
aprendí a perder, empecé a ganar”, dice. Pilar debió ponerla en práctica
el año pasado cuando nadó de Capri a Nápoles con un desgarro en el triceps.
Sabía que la lesión iba a alejarla del agua por un tiempo. Pero ella, que sabe
metabolizar lo malo para convertirlo en bueno, lo capitalizó, como lo hace con
todo. “De todo se aprende algo”, no se cansa de decir.
Está a
punto de competir en el lago Magog, en Canadá. Viene de un cuarto puesto en
Cancún, México, en la carrera que menos prefiere por el calor de ese país.
Pilar prefiere el agua caliente en el mate. A la hora de nadar le gusta el agua
fría. “Me encanta el agua fría”, revela. La de esta mañana en el
CENARD está en 25 grados. Por ese gusto que acaba de revelar es que Pilar juega
sus fichas en esta competencia que puede ponerla de frente al logro que ya
obtuvo dos veces: campeona mundial de aguas abiertas, su especialidad. “Es
muy difícil ser el mejor en este circuito porque hay que adaptarse a diferentes
carreras: hay con olas, sin olas, en río, en lago, en agua fría y en agua caliente”.
Nadadora
de tiro largo
El
circuito mundial de aguas abiertas tiene en la competencia santafesina
Hernandarias-Paraná a su carrera más larga. Son 88 kilómetros que todos quieren
ganar. Es como ir de Buenos Aires a Zárate, pero nadando. Pilar la ganó seis
veces consecutivas, desde 2009 hasta la última hace un par de meses.
-¿Hay
un momento de quiebre en una carrera tan
larga? -Nunca
tuve un quiebre en esa carrera. Es más: en la última de las tres horas de la
competencia, cuando todos están cansados, yo resurjo y empiezo a pasar más
nadadores que en todo el resto de la carrera.
-¿En
qué momento de una carrera tan larga se deja de nadar con el cuerpo para
empezar a nadar con la cabeza? -Nunca.
Si no entrenás, no hay cabeza que valga, porque tenés que nadar casi 10 horas
sin parar. Es cierto que la cabeza te ayuda a resolver algunas situaciones,
pero hay que entrenar.
Ella
amanece a las 6.40. A las 8 está dando sus primeras brazas de acuerdo al plan
que le diseña Diego Tricárico, su preparador. Entrena todo el año en doble
turno. Nada entre cinco y seis horas en promedio por día y no se detiene ni en
las vacaciones. “Siempre quiero ganar todo”, dice, pero sabe que con una
victoria no se gana más que esa carrera. Por eso, para ella, estar en la cima
del mundo de las nadadoras es como haber salido campeona metropolitana a los
ocho años, cuando era una nena que ni soñaba con ser esta Pilar Geijo que
es ahora, la mejor nadadora argentina de aguas abiertas de todos los tiempos.
Fotos
Marcelo Arias
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